Por Carlos Rivero
En un mundo donde lo dicotómico es usual, lo bueno y lo
malo, Dios y el diablo, dar y recibir, hombre y mujer, demócratas y
socialistas; las comparaciones siempre estarán presentes, claro todos tenemos el
derecho de hacerlo como algo natural.
Cuando elegimos un candidato para ejercer un cargo público
de cualquier estatus, es común realizar comparaciones mentales, siguiendo
dogmas, afectos políticos, aspectos sociales y económicos y así determinar las mejores características
para quien va a ejercer dicho cargo.
En Venezuela, hemos tenido la mala suerte de ver desfilar una serie de gobernantes que aunque elegidos democráticamente a través del voto, todos han dejado un sabor amargo a la decisión de la
mayoría, ya que uno es peor que el otro, sucumbiendo a esta sociedad a una oscuridad económica que no tiene
comparación.
Es probable entonces, que necesitemos candidatos con perfiles distintos a lo acostumbrado, donde
como principal currículo sean una profunda sensibilidad social y con una amplia
experiencia en gerencia pública, donde no utilicen el puesto de turno como
plataforma política a sus ambiciones personales y el bien de la mayoría sea su
proyecto principal, donde puedan ofrecer un plan estratégico construido por los
mejores planificadores y que los organismos encargados puedan en el momento
deseado hacer auditoría a través del seguimiento, control y evaluación, donde
la educación sea uno de los motores dinamizadores de la economía, la salud sea
de niveles comparados con los del primer mundo, la seguridad sea efectiva, el desarrollo
agrícola sea capaz de autoabastecernos, las políticas de bienestar social sean
a través de oportunidad de empleo y buenos sueldos acorde a la experiencia y
formación.
En la Venezuela actual, lo antes mencionado es una fantasía
y las leyes se han convertido en letra muerta; la sociedad debe buscar los mecanismos
necesarios para que en los cambios políticos futuros, no sean más de lo mismo y
volvamos a escribir como de forma ya masoquista, otro artículo con el mismo o
parecido titular uno peor que otro. Hay
que exigir que los próximos candidatos que representen a la mayoría no sean
impuestos por las cúpulas de siempre y sean ganadas por lo que el pueblo pide a
gritos “EL VOTO”, porque si no, cabría la comparación con lo que estamos
combatiendo y podríamos decir que todos persiguen son ansías de poder a través de
decisiones anárquicas que solo favorecen a un grupo pequeño, mientras el pueblo seguirá pasando calamidades
para poder subsistir.
LOS CAMBIOS NO PUEDEN HACERSE A ESPALDAS DEL PUEBLO, QUE ES
QUIEN ELIGE
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