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martes, 10 de enero de 2017

Pensando en nuestra querida Venezuela...


Oración del hambriento, necesitado, con problemas y sin paz.
Señor Jesucristo bendito y alabado sea tú Nombre, te reconocemos como nuestro Salvador Personal, como el Hijo Único de Dios y el Mesías que había de venir .Tu eres el Camino, la Verdad y la Vida, el Vencedor del pecado, de la muerte y del maligno. Gracias por tu Preciosa Sangre Derramada en la Cruz para la salvación de nuestras vidas y la obtención de la vida eterna. Gracias por haber Vencido al Mal y por el Perdón de Nuestros Pecados. Gracias por tu Resurrección Gloriosa y Ascensión al Cielo. Todas las Alabanzas y Gracias sean para tu Santísima Presencia. Señor Jesucristo, la pobreza y las carencias constituyen un manto, que cayendo sobre mi familia y persona, impiden la satisfacción, incluso la primaria, de las necesidades más elementales. No poseo el alimento para satisfacer las necesidades de quienes de mí dependen. El hambre en su más desgarradora expresión, amenaza la vida propia y la de los míos. Mis necesidades, Señor Dios, son tales, que la depresión, la tristeza, las ganas de vivir y la alegría por hacerlo, han desaparecido de mi mente, de mi corazón y de mi expresión. Pareciese que las fuerzas del mal se hubieren conjugado para qué formando un solo cuerpo, orienten sus efectos perjuiciosos y nefastos sobre mi debilitada humanidad y la fragilidad de los miembros de mi núcleo familiar. El insomnio, el cansancio emocional y una gran impotencia, han invadido y saturado todos los espacios de mi existencia. A la par, se han manifestado problemas con los cuales, jamás pensé que pudiera enfrentar y confrontar. Son problemas familiares, económicos, laborales e incluso problemas que afectan mi grado de fe. La paz mental como emocional y espiritual, han huido de mis ambientes y escenarios vitales. Me siento intensamente doblegado por la fuerzas del mal, representadas en esa multiplicidad de problemas, de carencias, de ausencias de afectos y de encuentros, de la falta de solidaridad de quienes observando mi situación me miran indiferente, con una apatía indescriptible, y esto me causa un daño terrible, pues también he  perdido mi fe en la raza humana y en la humanidad. Pero tu poder, tu gracia, tu amor, tu misericordia, tu infinita comprensión, sabiduría y fuerza para vencer cualquier energía o manifestación maligna, me han rescatado nuevamente, para retomar el camino hacia ti, mi Buen Jesús. En los momentos más difíciles es cuando debemos entregarle a Dios todas nuestras dificultades, penurias e inconveniencias. Debemos darle el control total y absoluto de nuestra vida y de todo lo que nos acontece a nuestro Señor Jesucristo, El domina cualquier circunstancia, situación o hecho por el cual estemos atravesando. En este momento invoco tu presencia, tu gran poder, tu señorío y dominio, Rey de Reyes, Señor de Señores, Luz del Mundo y Vencedor del pecado y de la muerte. Tu dijiste a apóstoles: "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca halla". (Evangelio según san Mateo, capítulo 7, versículos 7-8) Y en razón de ello pido Señor me proveas de cuánto necesito, no tengo que enumerar mis carencias, mis dificultades y mis penas, tu las conoces, aún antes de que se hubiesen presentado. Pongo en ti mi confianza, mi expectativa y mi fe, en que todo se habrá de solucionar y la alegría, la paz, la prosperidad y tu gran amor serán los elementos de esta morada que necesita tu urgente protección. Gracias Señor Jesucristo en el nombre de mi familia, en el mío propio y en  el de la humanidad. Para ti no hay nada imposible, tu todo lo puedes, por ello ¿Quién me separará del amor de Dios?
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