Por: Carlos Medina
Siendo las 6:00 de la tarde de hoy 18 de Julio del 2017, fecha en que se conmemoran 99 años del
natalicio de ese extraordinario líder como fue Nelson Mandela, nos atrapa el
asombro al ver que, los nuevos adalid de la lucha, los que a según se inspiran en MADIVA, los que citan de memoria sus frases, los que tienen en sus oficinas y
muros fotos de él. Los que. Los que... Los que en este día tan especial, muy al contrario con la prédica, hicieron el más estruendoso silencio.
Quisiéramos que este olvido haya sido producto de los avatares de la lucha que libran
en estos días. Ojala sea así, y no sea en realidad como para nuestros adentros pensamos.
Bueno, a todas estas nosotros, que aunque
dejamos claros de no inspirar nuestros actos en la vida u obra de Nelson
Mandela, reconocemos en él, un gran hombre que logró hacer ver que el mundo
había estado equivocado por largo tiempo y que era preciso corregir el rumbo.
Sería superfluo como muchos afirman que todas las soluciones la
encontraremos en el legado de Nelson Mandela. Pero, su moderación y sabiduría
políticas dejan muy claro para todos, que sembró y cosechó el perdón sincero en
un momento en el que la venganza más cruda
parecía la única y más fácil respuesta a tantos años de opresión y
segregación.
Hoy gran parte del mundo “Menos los que cité al principio” está
pensando en Mandela, porque sabe que marcó el camino de lo que tiene que
llegar a ser los siglos futuros. Aunque
el presente todavía esté muy lejos de presentarse como algo completo y
satisfactorio, Nelson Mandela quedará siempre en la memoria de las generaciones
recientes de líderes africanos como un paradigma para dirimir sus diferencias y
resolver sus desacuerdos sin recurrir al genocidio o al sometimiento.
Las implicaciones internacionales del caso Mandela poseen una
ganancia extra: la certidumbre que el mundo ha adquirido en un tiempo
relativamente corto de que se puede regresar del odio y la opresión sin pasar
necesariamente por la obsesión autodestructiva o por la negación brutal del
victimario. Los jefes de Estado del mundo entero y sus equipos de gobierno
rinden hoy homenaje a quien ha dado más de una lección al mundo en materia de
sensatez, sobriedad y lucidez, teniendo sobradas razones para haberse portado
de otra manera.
Al morir Mandela al final del 2013 y tras 95 años de intensa
experiencia vital, su legado está perfectamente claro y, como el de pocos
hombres, puede ser objeto de minuciosa revisión para sacar de él lecciones que
se aplican a todos los tiempos y a todos los seres humanos. Aun en medio de
excepcionales dificultades, es posible recomponer el camino y promover la
reconciliación sin hipocresía, vanidad ni falsa modestia.
Se trata de virtudes atemporales que en muchas ocasiones se
han denunciado como pérdidas sin remedio, pero que han sabido ser renovadas por
un hombre que supo regenerarse y recomponerse a sí mismo muchas veces y con su
ejemplo obligó, no siempre con agrado, a que muchos millones lo siguieran.
Hoy a manera de resarcir mis distancias con los olvidadizos aludidos al inicio, no
a modo de congraciarme con ellos, sino más bien con los que reconocen en su
olvido una falla, con estos y con cualquiera que piense al igual que nosotros, comparto trozo de un artículo que hace tiempo leí en la
revista times sobre Mandela escrito por Richard Stengel.
Es oportuno comentar que Stengel acompañó a Mandela durante
tres años, incluyendo el momento en el que condujo a Sudáfrica a las primeras
elecciones democráticas de su historia. Se convirtió en su sombra para escribir
su autobiografía, por tanto llegó a conocerle en profundidad, a admirarle y
apreciarle. Aunque el libro recoge la sabiduría de Mandela en forma de quince
lecciones sobre la vida, el amor y el valor. En esta ocasión comparto la que más
me tocó y me ha servido, no para imitarlo, sino para a mi manera, tratar de ser
mejor. Espero que a ustedes les sirva de
inspiración como a mí.
El regalo de Mandela:
El concepto de las relaciones para Mandela tenía que ver con
el concepto africano antes citado del Ubuntu, lo que los occidentales llaman”
hermandad”. Es un concepto crucial para entender a Mandela y la forma en que se
ve a sí mismo. La palabra viene del proverbio zulú ” Umuntu ngumuntu ngabantu”
que a menudo se traduce por ” una persona es persona a través de otras
personas”. “A Mandela le hacía gracia la literalidad de los árboles
genealògicos occidentales. A su manera de ver, todos somos ramas del mismo
árbol familiar. Eso es ubuntu”. “Mandela era la persona que parecía ser, la
persona pública y privada eran la misma persona. Los valores que exponía en
público los practicaba en privado. Tenía defectos, pero era grande porque había
triunfado sobre sus defectos, no porque no los tuviera.” “Cuando Stengel acabó
su trabajo se abrazó a Mandela e hizo lo posible por no llorar. En aquel momento
se acordó de Edie Daniels, el preso de la isla de Robben que dijo que cuando se
sentía abatido, simplemente con ver a Mandela, tocarlo y abrazarlo, le bastaba
para consolarse, para recuperarse, para querer seguir viviendo. En cierta
manera, trabajando con Mandela en su autobiografía, tuve que interiorizarle a
él y a sus ideas. Muchas veces tenía que decir: ¿ Qué haría en esta situación
él? Era un intenso ejercicio. Siempre me hizo al menos en esos instantes mejor
persona, más calmado, más racional, más generoso. Me gustaría poder decir que
esos cambios se quedaron conmigo, muchas veces se escabullen. Pero el ejemplo
de Mandela permanece en mí, como confío que ocurra contigo. Por muy alejadas
que estén sus circunstancias vitales de las nuestras, su ejemplo nos da algo a
lo que agarrarnos, un conjunto de principios y valores que pueden servirnos de
guía en momentos difíciles.” “Un día, antes de casarme con Mary, Mandela le
dijo a ella: ”Te doy mi bendición, porque Richard es mi hijo”. Me encanta que
me considerara hijo suyo, y le quiero, pero también sé que tengo miles de
millones de hermanos y hermanas”...
Esperando, que en vez de generar cualquier sentimiento adverso
por la forma con la que planteamos nuestros puntos de vista, en este caso de: Nelson Mandela, hoy
en el olvido… Sirva de punto de encuentro, me despido con una cita de nuestro personaje: “Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino
el triunfo sobre él. El valiente no es quien no siente miedo, sino aquel
que conquista ese miedo”. Con este escrito queda demostrado que perdimos gran parte de este miedo. Agradeciéndoles
por la atención prestada. Un fuerte abrazo a todos… Ah un consejo final, corran, corran... Todavía les queda tiempo para colgar algo de MADIVA en las redes ok.
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